jueves, 8 de mayo de 2008

02: CÓRDOBA (I)

Se me olvidó la cámara en el Hotel. Así que el viernes lo resumiré de este modo:
-Tardamos más en encontrar el aparcamiento que el hotel (Boston, un poco caro para lo que es en sí).
-La gente bien. Las chicas súper guapas. Los chicos súper estropeados. Pero todos bien. Igual que siempre. Afortunadamente.
-Cenamos en la Feria de productos gallegos. El marisco y yo, así, así... Pero no estuvo mal.
-Copas. Pocas. Demasiado cansado.
-A dormir: cama “pequeña” (1’20). Colchón medio hundido por el centro. Habitación justo debajo del famoso reloj de la Plaza de las Tendillas, que toca las horas y los cuartos a ritmo de soleares. Qué curioso. Qué coñazo. ¿Dormir?

Y amaneció.
Me asomo a la ventana y, qué disgusto, Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, se moja.





Time to breakfast.
Hay un Caffé di Roma en la esquina del Hotel, pero Diego, sabiamente, propone que busquemos un sitio más..., yo qué sé, así como más... auténtico...
Y nada, cruzamos la plaza y empezamos a bajar por Claudio Marcelo; y allí, más o menos a la mitad de la calle, a la derecha: Café La Gloria.


Diego, Zenaida y Carmen.

A ver, qué vamos a desayunar.
Miro la carta de tostadas.
Es como cuando Marge regaña a Homer, que él piensa en cualquier chorrada y desconecta la mente. Pues a mí me pasó lo mismo.
Lo primero que leí fue: tostada con aceite y tomate y trocitos de jamón... y del resto ni me enteré.
Y el camarero me trae esto:

.

No se me saltaron las lágrimas de milagro.
Continuará.

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