martes, 22 de noviembre de 2011

01: ¡SeñorA, SÍ señorA!

Le he escrito un correo a mi ComaeCuqui explicándole el motivo por el cual no fue al concierto de SUE (Paco, su hermano, en realidad), el sábado pasado. Se lo he enseñado a mi esposa (¡Oh Capitán, mi Capitán!) quien me ha ordenado (recalco: ORDENADO) que lo publique aquí.
Y donde manda Capitán, no manda marinero.


Mi muy queridísima Comae,
Perdona que anteponga el adverbio de cantidad al superlativo en grado máximo lo cual, gramaticalmente es inaceptable, pero no sentimentalmente.
¿Que quién llamó a mi puerta el sábado? No me lo recuerdes…

Lo planifiqué todo perfectamente: Mercadona por la mañana, lavadora, secadora, todo preparado para la plancha del domingo, cocina (unos macarrones estupendos) y siesta.
Cuando me levanté después un sueño que ciertamente fue reparador caían chuzos de punta.
Y siempre se ha dicho que la lluvia en Sevilla es pura maravilla, pero no vivo en Sevilla sino en Granada, y ya se sabes, Comae, que no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada… que lo dijo Pedro Antonio de Alarcón, ese muchacho que nos cae tan bien a todos por la calle que lleva su nombre y donde SER no, pero ESTAR sí que he estado ciego en más de una ocasión.

Así que ante semejante panorama, maldije mi suerte porque al no ser minero puedo hacerlo; y aunque con caña, vino y ron me quito las penas, insisto: yo NO soy minero.
Y me empezó a agobiar el tener que sacar a los niños de casa para llevarlos a casa de tu tía (mi suegra) que aunque sea poco trecho, no es lo mismo que del dicho al hecho… así que conforme pasaba la tarde más me abrumaba la idea… tanto, tanto, que al final, imitando al malhumorado Fernán Gómez bramé un: ¡a la mierda!.. y me quedé tan a disgusto.

Dice Lorca que la lluvia tiene un vago secreto de ternura, algo de somnolencia resignada y amable, una música humilde se despierta con ella que hace vibrar el alma dormida del paisaje. Pero ya tú sabes que Federico NO es santo de mi devoción así que me quedé en casa.

¿Para qué te voy a contar otra cosa?
Date besos y besos.

 
Dice mi esposa (¡Oh Capitán, mi Capitán!), que les iba a hacer mucha gracia... Cosas de mi esposa... y yo le digo que: "Carmen, Carmen, voy a tener que emborracharme; Carmen, Carmen, Carmen, porque si no nunca voy a hablarte (...)"