sábado, 10 de octubre de 2009

02: Uberrimus Ubetensis

Tengo la impresión de que el título es una enorme y espectacular patada al Latín, pero no me negarán que impresiona y ¡¡MOLA!!
Debería haber escrito esta entrada el lunes porque trata del fin de semana pasado, pero estamos a las puertas de un nuevo fin de semana y todavía estoy en ello. Ya saben, tiempo no es un verbo y por lo tanto no se conjuga. Afortunadamente, porque si no estaría suspenso.

Pues sí, nos fuimos a Úbeda a visitar a nuestros amigos Cristina, Agustín y sus hijos.
Tengo un problema con Úbeda: no consigo verla en su plenitud. La primera vez que fui llovió durante todo el fin de semana. Ésta vez, cuando nos adentramos en la parte monumental, Y todo estaba levantado y lleno de vallas.
Pero aún así a Úbeda le sobra belleza.

Pero vayamos por partes.
Nos plantamos en Úbeda el sábado en mitad de un día absolutamente espléndido y radiante. Dar con la casa de Cristina y Agu no nos llevó mucho tiempo y encontrar aparcamiento aún menos (la suerte del novato). Abrazos, besos, ¿cómo estás?, ¡qué casa tan bonita!.. y todas esas cosas. En esa casa viven cinco, ellos cuatro y la luz, y es que no hay ni un solo rincón donde no haya claridad todo el tiempo ¡qué alegría! Y qué cocina más coqueta y más práctica.

De Granada habíamos salido un hora más tarde de lo previsto, así que la hora de comer llegó al instante. Agustín nos llevó a la Academia de Guardias de la Guardia Civil de Baeza (otra ciudad de obligadísima visita que tengo pendiente).
Para que se hagan una idea de cómo estaba la comida: tomé sopa de Primero; exactamente no la pedí, pero como me la trajeron y tenía una pinta fantástica me la comí.
Vamos, no pretenderán que me pusiera a protestar en el Comedor de la Benemérita, que por menos están metiendo gente en la cárcel.
Y el pescado también estaba bueno...

After eating, solaz paseo por las instalaciones: IMPRESIONANTE. Desde fuera parece enorme, pero es que por dentro es aún más. Agustín nos lo explicó todo y nos enseñó muchísimos rincones.
Y yo, que habiendo querido servir a la Patria en forma de Servicio Militar, no pude porque me declararon INÚTIL (para que después digan que los militares no se enteran), me quedé bastante impresionado con todo.


Aquí ya habíamos pasado el centro del patio y el edificio todavía está más lejos que yo qué sé.


Bien. Breve sobremesa y ¡¡FERIA!!
Y es que Úbeda estaba de Feria... ¡uf! siempre me viene a la cabeza esa verdad que en boca de los inconmensurables Cantores de Híspalis se convierte en máxima filosófica: “Feria, feria, pedazo de caseta la que vamos a montar (...)”.
Y es que para ir a la Feria sólo tuvimos que bajar una cuesta, seguir un caminito bien perfilado y violá! ¡en la Feria! Lo primero que me llamó la atención es ver que el recinto está asfaltado y no como la de Granada que estás tragando polvo y más polvo.
Esta feria, a la hora que fuimos y tiempo atrás, hubiera supuesto un divertido pase misí pase misá de copas por aquí y copas por allá. Pero llegamos diez años y dos críos más tarde, así que nos fuimos directamente a las atracciones de niños.
A los míos les costó entrar en acción, pero Hugo y Candela se lanzaron como valientes.

Vuelta a casa:
- Baño niños.
- Cena niños.
- Cama niños.
... Y casi finalizando el día, la realidad es que comenzó el día para los “mayores”.

La cena –DELICIOSA- consistió en ensalada de rúcula con no me acuerdo, jamón ibérico de Salamanca y queso de oveja de Sierra Mágina, todo ello regado con un espléndido Enate del 2004.
Que quede claro que esta parte me la dictó Agustín porque ustedes ya saben que yo soy incapaz de memorizar el nombre de un vino y mucho menos aún de distinguir entre un Enate y un Don Simón. Aún así, a pesar de mi ignorancia, tengo que decir que el vino me encantó.

Y qué bien nos lo pasamos. Nos reímos mucho y ¡¡hasta fumamos!! en el salón de un no fumador (que me perdonden mis -pocos- principios y convicciones).
Pero es que Cristina estuvo muy hábil porque según ella, Agustín la hizo enfadar y como estaba enfadada: ahora voy a fumar porque sí. Y claro, mi esposa y yo la acompañamos porque no es bueno fumar en soledad. Sí, claro, fumar no es bueno, pues imagínense fumar en soledad, lo peor de lo peor.

Agustín y yo dormimos en la antigua academia que la Guardia Civil tiene en Úbeda. Sé que muchos estaban esperando este momento para saber qué tal nos fue en nuestra especie de noche de amor. Pero me van a permitir que guarde la confidencialidad de la noche; y respete este sacrosanto emplazamiento. Por favor, estamos hablando del lugar en el que durante cincuenta años se preparó a guardias civiles. Y además, había un crucifijo en una de las paredes... ¡¡YUYU!! En fin, que ustedes, curiosos, pervertidos, obscenos y obsesos ¡se quedan con las ganas!

El día siguiente fue un domingo infantil. Cuentacuentos matinal en el ESPECTACULAR Hospital de Santiago ¡¡OHHHH!! Increíble.


Detalle del interior.


El patio desde aquí.

El patio desde otro "aquí".

Y por la tarde teatro callejero en el centro histórico-monumental e IMPRESIONANTE e INDESCRIPTIBLE de Úbeda...
¡¡AHHHH!! párate tierra que yo me bajo aquí.
El famOSO lluviOSO día aquel, cuando llegamos a la Plaza Vázquez de Molina (creo que se llama) tuve un flash espacio-temporal. Con todo en silencio y mojado es fácil trasladarte cuatro siglos atrás. Donde yo fui.
Ese domingo, la plaza estaba llena de gente porque había actuación para los niños. Pero aún así, con gente o sin ella, es un sitio mágico.
Estoy pensando que lo mismo es que me gusta el Renacimiento.

Capilla de El Salvador. Parador a la izquierda.


Teatro en la calle. Señora, se podía haber esperado.

Iglesia de Santa María.
Palacio de las Cadenas. Ayuntamiento actual.
Parte de la plaza.

Entre actuación y actuación, nuestra Cristina preparó un arroz riquísimo. Cosas que no sabía: Cristina tiene buena mano para el arroz.

Y se acabó el domingo. Y con él, el fin de semana. Y es que no siempre el fin de semana acaba el domingo. Por ejemplo, este fin de semana acaba el lunes. Que es 12. De octubre. Día de España. Fiesta nacional.

Pues se acabó el domingo. Y cuando llegamos a Granada estábamos sonriendo. También cansados. Y el lunes estábamos sonriendo. Y es que nos lo pasamos tan bien.

Si me tuviera que quedar con el mejor momento no sabría exactamente cuál elegir porque hubo miles. Me gustó mucho que los niños no pararan de jugar. Me gustó la ciudad (¿cuántas veces lo he dicho?). La visita a la Academia. La tarde de Feria. La cuentacuentos. Me gustó la ciudad (¡ah, sí! que ya lo había dicho). El arroz...
Bueno, en realidad sí sé cuál fue el mejor momento. Fue ver como los niños van creciendo y cada vez nos dejan más tiempo para nosotros. Y nosotros aprovechamos este tiempo para disfrutar de nosotros mismos pero sobre todo de nuestros amigos. Y en este tiempo nos contamos más cosas y nos conocemos mejor. Y nos reímos. Y me gusta.

Muchos momentos, como ven, pero es que Úbeda es ubérrima en lo vital.
Y mis amigos también lo son.
Besos para Candela, Cristina, Hugo y Agu.

N. del A. (1): Se han fijado en la parte culinaria: sopa, pescado, vino... estoy fatal. Con lo que he sido. Estoy como Granada según Francisco Villaespesa: “Granada, Granada, de tu poderío no queda nada”. Quién me ha visto y quién me ve.

N. del A. (2): El tema de los olivos lo dejo para otro día, pero qué vista, amigos, qué aceite:

1 comentario:

Berna. FCO. RGUEZ. dijo...

Hola, esto es un comentario mío para ver si funciona porque algunos amigos me han dicho que han intentado dejarme un comentario y que no han podido ¡qué desastre! ;-)