sábado, 23 de febrero de 2008

05: La oje

Si le preguntas a alguien de cierta edad por la OJE, te dirá que era la Organización Juvenil Española, una creación del franquismo para “educar” a jóvenes, adolescentes... ese rollo.
Pero si esa pregunta se la haces a alguien (de cierta edad) de Santa Cruz de La Palma, inmediatamente te remitirá al Convento de San Francisco, sede del Museo Insular.

Y allí en “la oje” fue donde pasé todos los veranos de mi vida hasta que a mediados de los ochenta alguien tuvo la “feliz” idea de convertirla en museo. Y museo coñazo, además: arqueología, bellas artes, etnografía y ciencias naturales.

El Convento de San Francisco, “la oje”, fue el único sitio donde jugar al baloncesto durante muchos años. Una pista de asfalto (auténtico asfalto, no es broma) y dos graderíos de madera, uno a cada lado. Eso era todo. Tú llegabas y si no había nadie te ponías a jugar, pero en cuanto aparecían los mayores ¡fuera! La "ley de la edad" me explicó uno. Después había otra “pista” alternativa: el pasillo de entrada al patio; poníamos las puertas de tal manera que hicieran de canasta y allí te quedabas hasta que llegaban otros mayores.

En invierno, casi no íbamos, excepto alguna tarde suelta o mañana de sábado perdida, pero cuando llegaba el verano no existía otro lugar en toda la ciudad. Allí se disputaba la Competición de Verano (en baloncesto, la más antigua de Canarias), con equipos tanto masculinos como femeninos en TODAS las categorías. Entrabas a las cuatro y no salías hasta que llegaba la hora de volver a casa. Y así pasaba el verano, porque la Competición terminaba a finales de agosto y de ahí hasta el principio de las clases, un suspiro.

Y te morías por tener una canasta donde jugar. Así que ahora, cuando veo cuántas facilidades siempre me digo que nosotros hubiésemos muerto por tener espacios como los que hay hoy en día.

Por ejemplo, esta foto, una minipista, con sus líneas bien marcadas y la canasta en perfecto estado:



O esta otra, una pista de futbito ¡de césped natural! Cuando la vi no me lo podía creer. Nosotros, lo digo completamente en serio, hubiéramos muerto sólo por tener porterías:



¿Y qué tienen en común en las dos fotos?
La soledad. Nadie jugando.

Y bueno, donde antes estaba la pista ahora hay un bonito jardín. Y el entorno es precioso y peatonal. Y cada vez que voy a La Palma intento dar un paseito por esa zona.

Yo me enteré de que se llamaba Convento de San Francisco bastante después. Así que como crecí llamándolo “la oje”, con ese nombre se ha quedado:

1 comentario:

Maite dijo...

Pues por lo menos tu te lo pasabas bien. A mí me obligaban a ir al Club Náutico ("...para conocer gente...") y, como no conocía a nadie, me aburría como una ostra. Además, como ni hacía vela ni optimist ni leches en vinagre, ya te puedes imaginar lo guay que era...