lunes, 18 de abril de 2011

02: La infamia (y II)

What I really meant… o sea, lo que realmente quería decir en la entrada anterior, y que se me fue la cabeza –como siempre me pasa, ninguna novedad al respecto- es que el desconocimiento lleva a la generalización y la generalización a la desvirtuación.
Términos como “fascista”, “terrorismo”, “genocidio” o “infamia”, entre otros, han terminado perdiendo su significación real al estar constantemente en boca de analfabetos, mentecatos y -como los califica J.A. Fortes- funcionarios ideológicos de clase.

Cuando llaman “fascistas” a cualquier subnormalito del PP –por ejemplo-, se desvirtúa de tal manera el término que se tiende a pensar que un fascista es eso, un pepero, o sea, idiotita acomplejado.

Cuando hablan de “terrorismo” y le añaden ecológico, se adultera tanto la palabra que se tiende a igualar a un puto pirómano, por ejemplo y entre los miles de ejemplos, con el cuerpo de una niña de seis años a quien ETA decidió destrozar en aras de la libertad de no sé qué rincón oprimido del orbe… multimillonariamente oprimido… lástima de opresión.

Cuando opinan sobre el “genocidio” y lo adjetivan de machista así, tan alegremente, tan frescamente, adulteran tantísimo la expresión que se tiende imaginar que la violencia en la pareja es equiparable a la eliminación y tortura física y sistemática de los judíos, de los armenios, de los kurdos, de los ruandeses entre otros y también por ejemplo.

Cuando se berrea “infamia” por unas fotos donde salen cuatro del PP, corrompen tanto la palabra que se tiende a creer que eso es infame y no, por ejemplo –otra vez más-, todo lo que cité en la entrada anterior.

¿Y quién es el culpable? ¿El que se hace a la idea, el que “tiende a” pensar lo que subrepticiamente le están incitando a pensar? ¡Qué va! si somos unos ignorantes, pobrecitos nosotros.

Los culpables son los que llaman, hablan, opinan y berrean. Porque ellos, tan históricamente reclamantes falsean la Historia y pervierten la realidad. Exactamente lo mismo que hicieron quienes tanto critican.

Lo cual demuestra que, en realidad, el delito no es condenable siempre y cuando sea yo quien delinca.

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