lunes, 6 de septiembre de 2010

01: Vanitas vanitatis (I)

Es que me he despertado con esa frase... a saber qué habré soñado... en fin...

Puestos a buscar aspectos positivos, aunque sean difíciles de encontrar en este verano que ¡coño! no acaba, uno termina encontrándolos. Sobre todo porque decidí que a partir de 2010 –y con efecto eterno- el verano empezaría el 30 de marzo, que es cuando se produce el cambio horario. Y entre tantos meses ¿cómo no encontrar alegría, aparte de las mencionadas en anteriores entradas?

En abril estuvimos en una boda ¡¡, una boda!! (todavía hay gente que continúa con esta ancestral costumbre) y ¡qué bien nos los pasamos!
Se casaron Ana y Alberto, compañer@s de mi esposa (de trabajo, ella; de Máster, él). Nos sentaron en una mesa en la que había siete enfermeros, un fisioterapeuta, una doctora y yo... ¡qué plan!
Me tocó junto a la Dra. y le pregunté que si le gustaba hablar de su trabajo, me respondió: ¡en absoluto! y les aseguro que fue una comida muy amena. Mi esposa se "pierde" cuando hay otros de su profesión.
Por primera vez en mi vida entré en un servicio de Señoras... claro, que caí en la cuenta de mi error cuando salí y vi a dos chicas esperando... ¡umm! ya me extrañaba a mí que todo estuviera tan limpio.
Como no llevábamos coche ni niños nos quedamos hasta que la Orquesta se despidió. Yo terminé bailando con las compañeras de mi esposa, todas Muy Señoras mías, agradables y simpáticas. Mi esposa no daba crédito. Al día siguiente yo tampoco.

Adjunto fotos del lugar, el precioso Cortijo Caballo Blanco.



Un momento muy especial fue asistir a la presentación del libro de J.A. Fortes, profesor, admirado y sobre todo, amigo. El marco, S.M. Don Juan Carlos dixit: incomparable... El Hospital de Peregrinos de Granada, en la calle Escudo del Carmen.
Adjunto foto.

Lleno total como siempre. La exposición de J.A. fue clara, precisa y contundente. La explicación de Manuel Pimentel –el ex ministro, sí- (me lo presentaron... ¡¡olé!!), clarificadora. Y la concurrencia con ganas de cascar. Porque en este tipo de actos (bueno, en todos en general) la gente aprovecha el “turno de preguntas” NO para preguntar, que es lo suyo; sino para soltar lo que piensa al respecto como si a alguien le interesara.

Así que llevado por su ardorosa impaciencia, Copito de Nieve levantó la mano... Copito de Nieve:
"es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón (...)

Copito de Nieve, bloguero en Ideal y El País, graciosete que critica el ¡Pedro! de Penélope Cruz en la ceremonia de los Oscar, pero no dice nada de la dedicatoria de Pedrito a todas las vírgenes del santoral mientras lo recogía.
Copito habló, habló y habló. Calló. Interrumpió y siguió hablando. Y aquí, yo, harto cómo estaba de la guiri de delante que no paraba de mover la cabeza y más harto aún de Copito de Nieve, me levanté le toqué en el hombro y lo mandé a callar.
Copito reaccionó fulminante: ¿Es acaso Ud. el guardián de la palabra? “El guardián de la palabra”... ¿se puede ser más bobo?,, lo que yo les diga.
Copito, relamiendo su ingeniosa pregunta y con la guardia bajada, no esperaba mi respuesta:
No. Pero después de su insustancial diatriba estoy muy interesado en la respuesta del Profesor a la interesante pregunta de la Señorita”... El auditorio estalló en aplausos y también en gritos: “¡Cállate ya, pesado!”, “¡A ver si te repites menos!” y otras ofensas que no voy a repetir porque no tengo el copyright

:-DDDDD

No hay que saber hablar, hay que saberse dos o tres palabras. Y a Copito de Nieve -a quien“ (...) le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar; los higos morados, con su cristalina gotita de miel (...)”- le cayó la gota fría.

De manera que, queridos míos, continuaremos la posada y conversación en la próxima entrada.
Dense ustedes besos y más besos.

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