viernes, 11 de marzo de 2011

01: “Loco” para los amigos.

Como diría Mateo: “Amosa ver”, o sea, vamos a ver: ¿cómo DEBE empezar un concierto?.. y déjense de tonterías tipo: La Casa Azul, Astrud, Ellos, Cola Jet Set… y demás noñerías poperas tan en boga y que tan encandilados los tienen…
Exactamente: guitarras dando la espalda a los espectadores, el batería aporreando como un loco y la estrella que no sale hasta que no ha terminado el tema instrumental que abre el concierto… Pues así empezó el concierto de Loquillo el primer sábado del actual. “Loco” para los amigos, pero como yo no lo soy: Loquillo. Y el auditorio rendido…

¿Que qué hacíamos en un concierto de Loquillo? Buena pregunta. Exactamente la misma que me hizo mi esposa entrando en el Manuel de Falla: “Cariño, ¿me explicas que hacemos aquí?”… porque ésa es otra, nada más y nada menos que en el Manuel de Falla, templo de la clasiquez, la opereta y –aún- reducto de snobs extemporáneos tipo ¿rock en el Manuel de Falla, hasta dónde vamos a llegar?.. Caballero, no se preocupe Ud. que llevamos no sé cuántos años tragando zapaterismo y a Ud. muy bien que le parece.

¿Ven? pierdo el hilo… Pues dos son las razones por las que me decidí a ir al concierto:
1ª) A Loquillo, de un tiempo a esta parte, le escucho cosas (políticamente hablando, claro) realmente interesantes y sólo por eso, había que ir.
2ª) La primera vez que vi a Loquillo fue en el ’89, en la Plaza de Toros de Santa Cruz. No me pregunten qué tal porque el grado de intoxicación etílica era de tal magnitud que de ser terremoto no entraría en la Escala de Ritcher. La segunda vez fue en el ’90, en la Plaza de Toros de Granada. Sólo me acuerdo de cuánto eché de menos estar como una cuba… Así que Loquillo veintipocos años después… ¡um!.. podría ser interesante.

PREGUNTA: ¿El tupé de Loquillo es auténtico o es un postizo?Porque si es un postizo ¡¡yo quiero uno igual!!.. ¡qué postizo más elegante! Pero si es auténtico sólo puedo consumirme de tristeza y que la envidia me corroa hasta el mismísimo tuétano. Qué pena de peloncete… Sí, simpático, pero pelón al fin y al cabo.

Pues eso, que acaba el instrumental y allí sale ese tipo más largo que un día sin pan. Se queda medio parado, el auditorio que se viene abajo y los acordes de “En las calles de Madrid”: Madrid (…) Cuando los gamberros tienen acceso a un poder, y cuando los dandis muestran su desfachatez. Cuando sus mujeres se han negado a crecer. Cuando la locura ha vencido a la vejez.
Una de mis favoritas. La cosa empezó bien.

Loquillo tiene un momento en la vida y TODOS deberíamos haber tenido un momento “loquillo” en nuestra vida. Cosas tipo: (…) Cuando prohíban salir de noche y crezca en ti un viejo instinto juvenil. Si has decidido ya jamás pedir piedad tan sólo justicia para ti. ¿Qué me dicen?: “instinto juvenil”, “pedir piedad”, “justicia para ti”… O esto otro: (…) Tú, chica, puedes vivir una vida de hogar, búscate un marido con miedo a volar… ¡Qué bueno! Ahora me río, pero allí, en la traumática post adolescencia ¡qué liberador!.. ¡Ah! Qué lejos y qué gusto que esté tan lejos ;-)

Resumo porque en realidad todavía no he empezado. Fueron dos horas fantásticas de concierto. Con unos músicos geniales y con un artista que sabe qué hacer para meterse a todo el mundo en el bolsillo (en serio, tampoco lo tenía tan difícil, pero se agradece el interés). El único “PERO” es que por momentos me recordaba a Chiquito de la Calzada (¿cómorrrrr?) bailando rock’n’roll… Pero genial interpretando el papel de Loquillo, cigarrito incluido y ovación del respetable.

Y en treinta años ¿cuántos temas de Loquillo no han pasado por tu vida? Lo comentábamos mi –ya agradecida- esposa a la salida, cuántos flashbacks entre canción y canción… como cuando “El rompeolas”: (…) Lunes, martes, miércoles, mirando hacia el mar. Es un buen lugar para irse a olvidar (…) escuchaba yo en mi walkman cuando iba a / volvía de leer El Perfume junto al mar, entre los diques del puerto de Santa Cruz de La Palma en aquel verano espeso del ’88.

En un concierto de Loquillo se espera, fundamentalmente, tres canciones:
1ª) “Esto no es Hawaii (qué guai)”: (…) Volviendo a casa veré a esas chicas de careto “guai”, no me importará tras haber estado en Hawaii. Que no tocó.
2ª) “Magnolia”: (…) Pero si miro ahora la ciudad ya medio a oscuras entre todas las luces siento que brilla una y alguien me besa la nuca sin estar aquí. Que tampoco tocó.
3ª) Y SOBRE TODO, “Pégate a mí”: Existen días que nada sale bien para los dos, acostumbrados a caer de pie siempre tú y yo (…) que tocó la tercera ¡qué respiro! Siempre he querido escuchar esa canción en directo.

PREGUNTA: ¿Loquillo tiene hijos? Más concretamente ¿Loquillo tiene hijas?
En caso de que tenga una hija, por ejemplo, PREGUNTA: ¿Qué dirá el novio de su hija?: (…) Tu padre no lo dice, pero me mira mal, “¿Quién es el chico tan raro con el que vas? (…) Qué humillante tiene que ser que tu yerno te cante esa canción si te llamas Loquillo.

El momento más emotivo de la noche fue cuando llegó el turno de “Cadillac Solitario”. De las pocas canciones a la que hizo una presentación y fue algo así como que la siguiente canción era la razón por la que muchos estaban allí… yo no me di por aludido porque yo ya estaba servido con “Pégate a mí” y todavía andaba esperando “Hawaii” y “Magnolia”… Y, obviamente, todos empezamos a cantarla. Absolutamente todos a pleno pulmón: (…) Cruzar el mar en tu compañía. Pero ya hace tiempo que me has dejado, y probablemente me habrás olvidado. No sé qué aventuras correré sin ti (...). Loquillo apenas dijo nada durante el tema. La verdad es que fue apoteósico. Si les digo que la gente estaba ya por los suelos me quedo corto, en serio.

Y bueno, entonces acabó. La gente aplaudió durante muchos minutos. Y todos nos fuimos por donde habíamos venido. Unos en autobús, otros en taxi, la mayoría bajó andando la cuesta de La Alhambra. En menos de veinte minutos no quedaba allí nadie. Qué formalidad. Qué urbanidad. Qué tiempos se quedaron atrás. Afortunadamente.

Mi esposa se divirtió. Lo cual me alegró bastante porque ya que viene, al menos que no sea un tostón. Les cotilleo que en un rapto de sinceridad (que ella siempre negará ¡faltaría más!) manifestó que lo cierto era que siempre se lo pasaba bien en los conciertos a los que la llevaba… menos en aquel concierto al que bautizamos “del amor”… que en realidad fue uno de los mejores, de La Buena Vida donde, amigos, el amor was really, really in the air, aunque ella diga que no.
Esto es lo bueno que tienen los gustos musicales de mi esposa, que son tan internacionales que difícilmente vendrán a Granada alguna vez, así que me ahorro la chapa (lo siento, amor).
Lo mío es más spanish, ya saben Uds.: jamón, cerveza y a ver cómo trabajan.
Pero querida mía, que sepas ahora y que no se te olvide que te siento tan frágil que entre la gente te puedes perder. Si ocurre el paisaje nos puede hacer desaparecer. Por eso, pégate a mí.


N. del A. (1): Mientras subíamos al Manuel de Falla va mi esposa y me dice: “Ya verás dónde me vas a meter… todos de la edad de mis padres (…)”. Cuando terminó el concierto, cortésmente, le comenté: “Tú y yo somos LOS padres, querida. Por si no te habías dado cuenta”.

N. del A. (2): Las fotos son de Ideal, por cierto; las mías salieron borrosas.

N. del A. (3): No se crean que el battiatismo se ha extinguido ¡ni mucho menos! Mis pequeños y yo vamos tan sobrados que hasta nos permitimos el lujo de discutir sin cantamos Voglio vederte danzare en italiano o en español… Es que los (De) Francisco somos así de poligloteros.


N. del A. (4): ¿Sabían Uds, que Noam Chomsky se ha enamorado de ti, hace meses que Chomsky está loco por ti? ¿No lo sabían? ¡Ah, incautos! Me encanta este maravilla de Astrud. Búsquenla en la Red y deléitense.

N. del A. (5): Hubo gente que nunca olvidó las aventuras que corrió junto a “ti”… pero yo sí, porque todo lo que vino después, absolutamente TODO fue mejor. Muchísimo MEJOR.