sábado, 11 de diciembre de 2010

01: Madrid me mata

Día UNO (1.1).

Tan conversacionalmente nos acercamos hasta Antequera-Santa Ana (la estación de Ferrocarril) siguiendo las indicaciones de Google Maps. Nos retrasamos en más de media hora. Conclusión: Google Maps está bien para callejear no para carreterear.

Día UNO (1.2).

Nos dejan ver salir el AVE para Barcelona. Estoy emocionado. Me gustan los trenes. Por allí llega el AVE para Madrid. Estoy nerviosísimo. Ese AVE se acerca demasiado despacio (¿no será un TORTUGA?.. jua-jua… me río de mi propia gracia). Sería espectacular que llegara a 200 km./h. y frenara de repente, y todos empotrados contra el de delante y toda la estación dando palmas… ¡um! creo que debo dejar de jugar al Need for Speed en el móvil pero es que la aplicación era gratuita.

Y llega, pero todavía no; ahí viene, pero le falta un poquito. Deshecho la idea de hacerme una foto en plan Supermán para que parezca que estoy adelantando al AVE… Mi gozo en un pozo. Me gustan los trenes. No quepo en mí. Vivo sin vivir en mí.



Día UNO (1.3).

Subimos al AVE. Me equivoco de vagón por no hacerle caso a mi esposa. Y entonces todooooo vaaaaa rápidooooo ¡coñooooo cómooooo vaaaaa el AVEEEEE!.. FRENAAAAZO… ¿Pero quién ha puesto una estación en Puente Genil?

Y continúa. Nos vamos a la Cafetería porque una café a 250 km./h. tiene que ser divertido. Pero no, es lo más normal del mundo. Llamo a mi hermana: “Hola, estoy en el AVE. Si no me escuchas bien es porque voy muy rápido… je-je (…)”. Llamo a mi madre: “Hola, estoy en el AVE. Si no me escuchas bien es porque voy muy rápido… je-je (…) “… Yo, por mí, me tiraba así toda la tarde porque soy de Movistar y las llamadas entre “nosotros” son gratuitas, pero mi esposa me mira con cara de “¿se puede ser más cateto?” y me corta el rollo; entonces miro el panel y veo que ya vamos a 298 km./h. y empiezo a flipar imaginando que sería bestial que frenara en ese momento y todos empotrados... vale, lo dejo.

Día UNO (1.4).

Llegamos a Atocha. Qué grande todo ¿no?. Qué frío ¿no? ¿Por dónde se sale? Vamos a seguir recto. Por allí está el Metro. Línea 1 hasta Sol, cuatro paradas; allí Línea 3 hasta Argüelles, otras cuatro paradas. Llegamos bien y rápido, y en todo lo alto de la estación está ElBerni que nos viene a recoger porque ¡por fin! empieza nuestro fin de semana en Madrid, ése que planeamos hace tanto pero que se postergó y siempre pospusimos.

Día UNO (1.5).

Otra vez al Metro dirección Callao (tres paradas). Plaza (del) Callao, qué bonito, ¡uy, mira! el edificio de Schweeppes, ¡uy, mira! el FNAC… pista de hielo a la salida del Metro y árbol de Navidad en todo el centro. Esperando a LaTere. No llega. Cigarrillo. Sigue sin llegar. ¡Ah!, que no habíamos quedado allí. Habíamos quedado –directamente- en la puerta de La Gloria de Montera. Pasamos por delante de Doña Manolita. Ahí está LaTere ¡qué guapa!

Día UNO (1.6): Locura de caoba y marfil.

La Gloria de Montera es un restaurante chulísimo que nos encantó. Ensaladas (y todo ese rollo) aparte, me pedí algo que no me acuerdo de cómo se llama pero que estaba absolutamente riquísimo.


El gran problema llegó con el postre porque no sabía qué elegir, así que nos pusimos de acuerdo: Flan de queso con coulis de frambuesa, chocolate Fondant y salsa Chinuskypara mí!); Chocolatísimo (LaTere); Locura de caoba y marfil (esposa)… ¿se lo pueden creer?: “Locura de caoba y marfil”… para morirte en ese momento y quedarte tan a gusto; y Tiramisú de Susana (ElBerni). Indescriptible, en serio, indescriptible.

Aún así, debo reconocer que me quedé con ganas de probar la Sopa refrescante de fresones con helado al estragón (gusta sólo con el nombre) y el Zumo de naranja exprimido al momento, esto último nada más que por snob pero me pareció que 3,10€ por un par de naranjas era demasiada tontería.


Día UNO (1.7): (…) y luego, por la noche, al Penta a escuchar canciones (…)

En mitad de la cena mi cuñado nos pregunta si alguna vez habíamos ido al “Penta”; “¡El Penta!", pienso, miro a mi esposa y creo que con la mirada me dice: “¿te acuerdas que habíamos planeado ir al Penta?” y yo con la mirada le respondo: “¡Claro que sí! ¿cómo se nos había pasado?”. Así que no veo la hora de que llegue la hora de irnos al Penta. De hecho, pagamos y salí casi corriendo pero mis cuñados+esposa fueron más lentos y POR SU CULPA también tuvimos que pagar los postres (que se habían olvidado cobrarnos).

Se nota, se siente… Entramos. El Penta está vacío. Ya se me ha pasado la época de los mitos: Antonio Vega, Induráin… Pero puedo decir que estuve, me senté. Hay una serigrafía en la columna con la letra de “La chica de ayer” manuscrita por Antonio ¡ah!.. también me fijo en que no hay tildes ni signos de puntuación, bueno, tampoco pasa nada. Ante todo: relax.

Me acuesto tarareando Lucha de Gigantes: “(…) dime que es mentira todo, un sueño tonto y no más (…)”


Día DOS (2.1): Madrid –REALMENTE- me mata.

Desayunamos temprano para poder estar un rato más con mi cuñada antes de que se vaya al trabajo. Lo hacemos en un bar muy cerca de su casa donde –extrañamente- hay un silencio ABSOLUTO, en serio: no suena la radio, no hay televisor, la gente habla en muy baja voz o no habla… ¡qué pueblo más civilizado!

Bajamos la calle Altamirano hasta llegar al Parque del Oeste, y luego Pintor Rosales para abajo buscando calor porque a pesar del día soleado hace un frío espectacular, créanme: ESPECTACULAR, y se lo digo yo que soy escandinavo (jua-jua-jua… me parto).

Llegamos al Templo de Debod donde la Policía nos regala una exposición de coches antiguos.



Seguimos andando. Plaza de España. Senado (los ladrones van a la oficina). Palacio Real (y todo lo que hay alrededor, que es mucho).


Paramos en El Anciano Rey de los Vinos, lo suyo sería un vino pero no eran ni las 12:00 y estábamos muertos de frío. Vuelta a andar, Calle Mayor arriba.



Día DOS (2.2): el Mercado de San Miguel.

Nuestros anfitriones nos habían comentado que no debíamos perdérnoslo y vaya si acertaron. La idea es sensacional: un mercado donde no sólo puedes comprar productos sino también degustarlos tomando –casi- cualquier tipo de bebida y en donde ningún puesto se repite. Y se puede comer de todo. Ésta sólo fue nuestra primera toma de contacto porque allí mismo decidimos que cualquiera de los días que nos quedaban teníamos que volver para comer.



Día DOS (2.3): ¡qué grande es este pueblo!

Decidimos que ya que íbamos a hacer la “gracia”, hacerla completa. Así que nos subimos a uno de esos autobuses de Madrid Visión. Muy bien. Dos rutas (Madrid Moderno y Madrid Histórico) y ¡qué frío! Comimos cerca de la Plaza Mayor.


Reventado. Entre el frío y los quince mil millones de quilómetros que habíamos andado, estaba reventado. Así que nos fuimos a descansar porque aún nos quedaba día.


Día DOS (2.4): “(…) Well, I can dance with you, honey, if you think it’s funny, does your mother know that you’re out? (…)”.

Sí: Mamma mia! El Musical… ¡QUÉ GANAS! Por fin. Teatro Coliseum a las 18:00 para poder aprovechar más aún el día. Y qué quieren que les diga: fantástico. Si vieron la película pues es exactamente lo mismo y como ambos dos somos unos frikies irreductibles, pues tan encantados y pensando en cómo hacerlo para ver el espectáculo en Londres y cerrar la “Trilogía” ¡qué cosas! Nos gustó mucho, en serio, y lo mejor es que en esa función no actuaba Nina (es que siempre pienso que de un momento a otro terminará echándole una bronca a Bustamante).

La historia muy bien. Los actores muy bien. La orquesta muy bien. El Director con gorra y pelo largo ¡qué desfachatez!.. lejos están los tiempos del traje y afeitado de barbería… El público muy bien. Nuestras butacas muy bien. Que muy bien, vaya.

Día DOS (2.5): ¡qué pueblo más raro!

El viernes por la noche mis cuñados (y sus tíos –simpatiquísimos-) nos llevaron a dos lugares muy curiosos: Casa Paco y El Greco.

El primero tiene la tortilla como especialidad y bueno, échenle un vistazo a la carta y verán qué difícil es decidirse. Tienen una de ¡¡NOCILLA!!, sí, una tortilla de Nocilla. Me quedé con ganas de probarla así que espero que en el futuro pueda contarles qué tal. Yo pedí una con salchichas y queso, y por allí también se vieron de cebolla caramelizada y hasta de calamares en su tinta.


El Greco es un lugar en el nunca entraría. Es antiguo y lo queramos o no, poco a poco nos hemos acostumbrado a lugares totalmente “asépticos” y El Greco no lo es. Afortunadamente no íbamos solos sino con M&M (¡me encantaaaaa!) que llevan viviendo en Madrid muchos años y conocen más sitios aún. Así que fue sorprendente ver que en una de las paradas colgaban varias fotos de los Príncipes de España, más sorprendente aún fue comprobar que la ropa que llevaban era diferente, o sea, que no se trataba de que un día habían pasado por allí, no, venía a ser que eran “clientes” por decirlo de alguna manera.

Y con tal real buen rollo nos fuimos a dormir porque a ciertas horas todos los gatos son pardos ;-)

Día TRES (3.1): hoy no me puedo levantar.

No nos levantamos muy temprano nosotros cuatro (mi esposa, mis DOS agujetas y yo) ni mi cuñado. Mi cuñada sí porque tenía que trabajar ¡ohhh! Desayunamos en el Cañas y Tapas de Princesa… sí, muy aséptico… pero con un chupito de ¡¡zumo de naranja!! ¡OLEEÉ! me parto de risa en este pueblo.

ElBerni me lleva a una tienda genial: Popland donde encuentro algunos medicamentos a los que –seriamente- me pienso enganchar:


Día TRES (3.2): de compras.

Fuencarral pa’rriba, Fuencarral pa’bajo… Mis agujetas y yo reventando de dolor y mi esposa desatá. Pero era el momento de hacerlo que si no, el último día nos da mucha pereza. Sube Fuencarral. Baja Fuencarral. Nos paramos en una tienda muy curiosa: Threedeeyou, es un sitio donde hacen “fotoescultura” según ellos. ¡Qué pelotazo! Una reproducción en 3-D de mí mismo, para tirarme todo el día hablando conmigo mismo y no interrumpirme a mí mismo y siempre tener razón yo… ¡Qué pelotazo!

Día TRES (3.3): ¡dos cañas y un vino!

Cuando llegó mi cuñada ya llevábamos un par de cañas en El Doblao, Plaza Callao para abajo. ¡Oh, qué sitio! Cayó un poco de todo, pero sobre todo: huevos rotos y flamenquines. Y flan. Qué bueno.

Mis agujetas y yo nos fuimos a dormir.

Día TRES (3.4): ¿cuánta gente vive en este pueblo?

Las calles a reventar, mucha gente. De compras por el centro. Yendo hacia la Plaza Mayor hay un sitio que yo creo que es la antesala al paraíso: La Cure Gourmande… galletas rellenas, olivas de chocolate, caramelos con pulpa de fruta natural… ¡ay!.. para morirte en ese momento y quedarte tan a gusto...


Nos fuimos a la Embajada… perdón… a la Delegación del Gobierno Asturiano en Madrid a la Exposición del Prix Pictet. ¿Repentino ataque cultureta? ¡QUÉ VA! Es que mi cuñada trabaja allí y nos apetecía visitarla. En cualquier caso, tengo que decir que la Exposición era una gozada.

Día TRES (3.5): ¡Atleeeeti, Atleeeeti, Atlético de Madriiiiid!

Mi cuñado me propuso ir a ver al Atleti. Ustedes ya saben que yo soy del Mensa y nada más que del Mensa y que por tanto no me gasto ni un solo euro en ver a un equipo que no sea el Mensa. Pero acepté por varias razones: porque nunca había visto un partido de Primera División; porque nunca había estado en un estadio de “primera”; y porque fue en el Vicente Calderón donde el Mensa llegó a su más alta cota de popularidad.

Y allí nos plantamos en un sitio fantástico, diez minutos antes de que empezara el partido y con dos litros (de cerveza y ron+cola) en menos de tres cuartos de hora. Y nos “hicimos” del Atléti por noventa minutos. Un ambientazo y un partidazo (2-3 para el Español de Barcelona). Cánticos, insultos al árbitro (¡faltaría más!) y una Mixta en el descanso… razón tiene ElBerni: si no fuera por el fútbol ¿quién bebería Mixta? ¡Qué frío! por cierto.

Día TRES (3.6): buenas noches nos dé Dios.

Después del subidón del fútbol, llegó el bajón. Muchísima actividad en tan pocas horas. Bajón medio paliado por una visita a La Vía Láctea, también templo del ochenteo. Quedan pendientes unas copas porque me gustó mucho el local, la música y el ambiente. Pero es que ya me arrastraba.

Día CUATRO (4.1): totalmente en serio, que hoy no me puedo levantar.

Desayunamos tarde en un Café & Té aséptico donde los haya, pero oigan, yo nunca había probado un Chocolate a la Menta así que ¡alehop! Anyway, lo bueno estaba por llegar.

Paseo por la Plaza Mayor. Qué gorritos tan monos. ¡Spiderman ceboso, déjame en paz!

Día CUATRO (4.2): esté yo sentado y mátense ustedes por sentarse.

Lo prometido es deuda y las ganas apretaban: ¡al Mercado de San Miguel! Y conforme entrábamos ¡toma!: una mesa libre (que compartimos con otras siete personas, pero es que en Madrid la gente es muy civilizada y no se molestan los unos a los otros. Muy educados). Y allí ¡venga ese Vermú! que no me gustó mucho, por cierto. Y a comer… es que no me acuerdo de todo lo que comimos pero estaba muy bueno.

Y disfruté. La compañía. El lugar. Me encantó.

Día CUATRO (4.3): AVEEEEEEEEEEEE

El AVE de vuelta ya no me hizo tanta gracia. Estaba cansado. Llegamos hasta los 304 km./h. ¡pasoteeeeeeeee!

Y desde Antequera nos pusimos en “Modo Conversacional” y llegamos a casa en nada y menos.

Día CUATRO (4.4): “(…) Madrid, Madrid, Madrid (…) la cuna del requiebro y del chotis (…)”.

Qué bien nos lo pasamos. Qué ganas teníamos. Así que llegamos a casa y nos besamos: por fin ¡MADRID!


N. del A. (I): ¡Qué grandes LaTere y ElBerni!
N. del A. (II): para más detalles no se priven de pinchar en las fotos ;-)