lunes, 25 de enero de 2010

02: París bien vale todo

A veces la cigüeña extravía su camino y llega antes o después de lo esperado. A veces no encuentra tu casa. A veces, ya que la montaña no se digna, pues haces como Mahoma.
Y eso hicieron mis amigos Ale y Concha, que se fueron a la montaña. Y aquí siguen porque todavía se están yendo.

Hace un par de sábados celebrábamos que su partida era inmediata pues les habían comentado que existía esa posibilidad, hicimos bromas por el jetlag, sobre cómo se comunicarían... ¿Nos adelantamos a los acontecimientos? Pues probablemente sí, pero es que ya tenemos ganas.
Al final tampoco viajan esta vez, lo explican perfectamente en El camino de ser padres (enlace a la izquierda). Y si nosotros estamos decepcionados, no puedo ni imaginar cómo se sienten ellos.

Yo quería contarles a ustedes que Ale y Concha son dos de las personas que yo más admiro. Tienen una fuerza que yo jamás había conocido y una paciencia que sobrepasa mi entendimiento. Llevan ya no sé ni cuánto tiempo en esta situación emocional al límite y todavía siguen al límite, ni un minuto de descanso. Reciben una alegría y ésta les genera mil dudas y continúan, siempre al límite. Y aparecen las decepciones y todavía resisten.

Yo admiro a Ale y a Concha por la serenidad que transmiten. Porque sus decepciones y sus miedos los transforman en esperanzas para nosotros. A Concha se le ilumina la cara y a Ale los ojos. Yo no sería capaz de aguantar lo que ellos. De hecho no sé si hubiera llegado tan lejos como ellos. Cuando estoy con ellos aprendo muchas cosas y me enseñan aspectos que jamás me había planteado.

Sí sé que nos olvidaremos de esto, sé que está cerca el día en que todo este tiempo nos parezca tan lejano, como una especie de “¿te acuerdas..?”, tan del pasado. Pero mientras llega, espero y desespero. ¿Ven? “desesperación”, un lujo que Ale y Concha no pueden permitirse porque todo se basa en la PACIENCIA.

Y yo, que siempre me fue mejor por carta que hablando, escribo lo que siento. Pero no se lo cuento a ellos porque me da vergüenza. Sin embargo ¡ay, sandio! lo escribo aquí, para que se entere todo el mundo.
Y de eso se trata, de que todo el mundo sepa cuánto admiro a Ale y a Concha.

miércoles, 13 de enero de 2010

01: Fuencaliente, 1 de enero

La carretera hacia Fuencaliente es como si te adentraras en los bosques de Sleepy Hollow. Tanto a un lado como a otro los árboles están negros. De pronto, como si estuvieras en un capítulo de esa pesadilla de serie que es Lost, te encuentras con toneladas de arena de playa en la montaña ¿cómo puede ser? ¡Ay!, si es que el incendio de este verano se llevó por delante toda la vegetación y el temporal de estas Navidades arrastró todo lo que venía de las montañas.

Este diciembre estuvo lleno de momentos fantásticos: la primera navidad de los niños en La Palma, pasar con mi sobrino el día de su cumpleaños, estar con mis padres, con mis amigos… mucho donde elegir. Pero sin duda alguna, el momento más emocionante fue la visita a Toño. Jose y Nayra tuvieron la increíble amabilidad de llevarme a Fuencaliente para verlo el día 1 de enero.
Por encima del monolito de Toño pasó el fuego y ni lo rozó, y también pasó el agua que, dividiéndose lo dejó en medio mientras descendía. Desde allí, justo donde empieza la ladera y bajo los pinos que pronto serán verdes otra vez, Toño disfruta del océano en ese punto donde la inmensidad es total. Detrás del monolito aún son visibles sus cenizas inexplicablemente posadas en las piedras sin que el fuego ni el agua las haya movido.
Jose y Nayra me contaron que cada aniversario se reúnen todos allí. Llevan cervezas y poco a poco van recuperando fotos, rememoran anécdotas y se corrigen unos a otros evitando que el tiempo confunda los recuerdos. Después se hacen algunas fotos y bueno, la vida continúa ¿verdad? Su memoria siempre presente y lamentando que el presente sea tan injusto tanto con su familia como con sus amigos.

Seguro que están pensando que soy un gandul por haber estado tanto tiempo sin sentarme aquí, pero esta vez tengo una excusa inapelable: ¡¡TENGO FRÍO!! La habitación de estudio se ha convertido en el perfecto frigorífico, así que de no ser porque estoy en el salón con el portátil de mi esposa, ahora les estaría escribiendo con el paquete de guisantes en las rodillas, los cubitos en el tobillo y la bolsa de Coles de Bruselas a la altura del cogote… lo que yo les diga, el frigorífico perfecto.

Y claro, no sé por dónde empezar, así que dejaré el tema de la navidad para otra entrada que prometo en corto espacio de tiempo. Pero ¡¿cómo que no sé por dónde empezar!? Mateo cumplió años la semana pasada. Nada más y nada menos que ¡¡TRES!! años ¿se lo pueden creer? así como si nada, sin pedir permiso y casi sin darnos cuenta. Cayó en sábado y pasamos una mañana estupenda abriendo poco a poco sus regalos, todos relacionados con Cars o coches en su “defecto”. A ver si le va dando por otra cosa porque esto ya aburre un poco. Ahora mismo duerme con cuatro coches de la película, el enano-gordinflón los ordena todos y los tapa para que no pasen frío…

El sábado pasado estuvimos en casa de Ale y Concha. La excusa (¡ay! como si la necesitáramos) fue reunirnos todos porque llevábamos mucho tiempo sin vernos: ellos, nosotros, David+Patricia+nenes y mi cuñado+cuñada. Pero en realidad allí fuimos a celebrar el cumpleaños de Alex Tan que aún no está con nosotros pero del que ya mismo vamos a disfrutar, sobre todo Ale y Concha. ¿Qué quieren que les cuente, que comimos bien… bueno, mejor que bien; que lo pasamos estupendamente; que el salmorejo estaba D-E-M-U-E-R-T-E? (pedazo de interrogativa). Todo eso ustedes ya lo saben de sobra porque SIEMPRE es así. Por eso, esta vez me detendré resumiéndoles el gusto musical de Ale: AMPLIO en su más “amplia” acepción, jua-jua-jua…
Un disco duro multimedia de “amplia” capacidad en manos de un tipo con tan “amplio” criterio es una “amplia” caja de sorpresas. Y con esa “amplitud”, un hecho tan simple como la explicación de la palabra coquipelao (así llaman a Alex Tan) derivó en un huracán musical encabezado por auténticos mitos ochenteros como Vídeo o Trúpita.
No me digan que no saben quiénes son… ¡Ay, cándidas e inocentes criaturas! At Deum gratia, el gusto musical de Ale y el mío propio es vasto; sí, también basto, pero sobre todo vasto.
Busquen, queridos, en Internet y deléitense con “La noche no es para mí” y “La luna en México” (Vídeo) o “Esta noche me quiero descolgar” y también “De 7 a 10” (Trúpita). Ya me contarán ;-)


Los más graciosetes pensarán que los brotes verdes a los que se refería Zapatero no tenían nada que ver con la economía sino con la recuperación arbórea de Fuencaliente. Allí todo es pino canario que, como saben, en cuatro años está totalmente regenerado. Lo absolutamente increíble es comprobar como casi todos los árboles ya lucen (sólo tres meses después) pequeñas ramas intensamente verdes que contrastan con la negrura del tronco.
Ni pino canario ni nada, ése es Toño –seguro- que pinta donde nació y donde descansa. Sobre la montaña. Frente al mar. Sorteando las llamas. Evitando el agua. Toño, tan lejos y tan cerca aquella tarde. Tan lejos y tan cerca siempre.


p.s.: adjunto foto del patio el pasado domingo.